La aplicación de la toxina botulínica, también conocida como Botox, contrario a lo que muchos puedan pensar, es un tratamiento médico personalizado. Las dosis, los puntos de aplicación, entre otros factores deben ser tomados en cuenta para realizar un plan de tratamiento acorde a las necesidades de cada paciente.
Esta terapia es de gran beneficio para suavizar las expresiones faciales en paciente con tono muscular acentuado y dan apariencia constante de emociones negativas como ira, estrés o preocupación. Debemos recordar que, en ciertas zonas del rostro, la piel se encuentra casi adherida a los músculos de la mímica facial y cuando realizamos estos movimientos, consecuentemente también se arruga la piel. Su aplicación en puntos estratégicos logra limitar la fuerza del músculo, permitiendo un rostro más descansado y con menos arrugas.
La toxina botulínica es un producto que tiene más de 30 años en el mercado. Por lo que cuenta con numerosos estudios que respaldan su seguridad y su eficacia. Sin embargo, realizado por personal no idóneo puede provocar resultados que generen temor o aversión a este tratamiento.
Hoy te cuento algunos de los factores que tomo en cuenta como médico especialista para aplicar la toxina botulínica y lograr resultados satisfactorios para cada paciente que acude a mí.
§ El patrón de arrugas que presenta la persona
§ La fuerza de contracción del músculo facial
§ La ubicación de las arrugas
§ La profundidad de inyección
§ La dosis o cantidad inyectada
§ La dilución o preparación de la toxina
§ La marca de la toxina a utilizar
§ Presencia de asimetrías en el paciente
§ Resultados adicionales que se desean lograr (levantar ceja, mejorar textura).
§ Respuestas a aplicación previa del botox
§ Presencia de alguna condición que pueda interactuar con el tratamiento.
Existen marcaciones de referencia para la aplicación de la toxina botulínica que nos guían inicialmente para procurar los márgenes de seguridad. Cuando llega un paciente es imperativo abordarlo de manera única. Ninguna persona es idéntica a otra, ni tienen el mismo estilo de vida o entorno. Cada tratamiento debe ser pensado con cautela.
Como dice el dicho: “Cada maestro tiene su librito”. Esto aplica perfectamente para este tratamiento. Cada profesional usa sus propios criterios, técnicas y experiencia al momento de inyectar.
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